jueves, 15 de mayo de 2008

Apreciaciones de mi pozo sin fondo

La sensación que tengo es de estar cavando alrrededor de un pozo sin fondo, y pienso que al cavar y cavar y cavar me puedo estar afanando en vano, que pierdo la perspectiva y no caigo en cuenta de la importancia que tiene la tierra que estoy haciendo a un lado.
Para que no me suceda eso tengo que escribir sobre lo que me llama la atención de la industria audiovisual chilena y lo que me hace dudar, para empezar a moldear mi reportaje de título, pero ahora no pretendo ser aguda o denunciadora pues todo esto me es nuevo y me sorprende, además, teorizar de lo dicho o lo no dicho, de lo transcrito de las entrevistas y de lo que me quedó del lenguaje de los entrevistados, más lo leído y deducido, me causa cierta vergüenza, pero aquí la voy a enfrentar con algunas apreciaciones del medio audiovisual que planea una Comisíon Fílmica.

Primero quiero escribir sobre Rafael Morris, quien, creo, hace un excelente trabajo vendiendo visas laborales a los empleados de empresas extranjeras. Es ingeniero en sonido y productor, y comenzó a dar este servicio hace veinte años y hoy ya es heredero de la empresa familiar. Consiguió las visas para los técnicos de James Bond a principios de este año y para los de la película alemana que se filmó el año pasado “Mi corazón en Chile” con Franco Nero como protagonista. Según él llegó por accidente a vender visas laborales a pesar de que su padre trabajaba en Extranjería del Ministerio del Interior y que, por esto, su mamá fue la primera de la familia en conseguir estos permisos a empresas de todo sector económico.

A Morris se le nota que sigue fascinado en el negocio del entretenimiento después de tanto tiempo, en su oficina cuelgan posters de su madre, de él abrazado a Kenny G y con vocalista de Simple Red; en su cajón guarda las copias de los pasaportes de Bono, Axel Rose, Pamela Anderson, entre otros, “por si acaso”, dice orgulloso, casi limpiándose el hombro. Tiene una productora de eventos musicales que trajo hace pocas semanas a Tito El Bambino, cantante que al parecer es muy conocido por ser el intérprete de la canción central de la teleserie de Canal 13, Don Amor. Cuando le pregunto si le hubiese gustado trabajar como su padre en el ministerio, me responde en seco “no, yo en extranjería no, yo soy de la calle”. Ahora noto que lo pasa muy bien haciendo lo que hace, a pesar de los riesgos que corre al andar de un lado a otro cargando pasaportes, cheques y visas, de que su trabajo no sea del todo transparente y de que vaya yo y se lo haga sentir así. Pero no, eso lo hace sentir aún mejor, además que es un negocio que da buenísimas ganancias, le da para tener una buena oficina en pleno centro y para pagarle a un amigo que haga de asistente- guardaespaldas. Sacando la calculadora, un productor me decía que con James Bond ganó alrededor de un millón y medio de pesos, por haber sacado permisos laborales a 35 técnicos extranjeros, aproximadamente, y semanalmente saca entre 20 y 30 permisos a empleados extranjeros, repito, de todo tipo de empresas. Según él, hay 40 empresas nacionales que requieren de sus servicios continuamente, a pesar de que tiene competencia como algunas agencias de viajes y otros, como él, independientes, pero es él el que da clases sobre políticas aduaneras, de migración y de los procedimientos de la Interpol.

Su servicio es conocido entre los productores, y no podría ser de otra forma si es que es verdad que atiende al 85% de las productoras audiovisuales del país. Cuando le pregunté a un productor de Valparaíso sobre estos servicios, me contestó con simpleza que esas “corruptelas” se dan en casi todas las producciones audiovisuales extranjeras que se filman en Chile. Sin embargo, cuando pregunto cómo facilita o guía ProChile la tramitación de estos permisos a las productoras internacionales que deciden venir a Chile, el promotor de locaciones, Patricio Parraguez, hace una pausa, la primera pausa en la entrevista, porque las otras las había provocado yo y él las interrumpía, pero esta vez sí hay un silencio, y la respuesta parte con un “depende”, nuevo silencio y luego completa con “cuando vienen extranjeros, ellos generalmente se consiguen sus permisos a través del Ministerio del Interior o contratan a un servicio”. Escuchando la grabación después noté habían dos o tres frases sin terminar o terminaban con palabras que no alcancé a entender, que torpemente lo interrumpí y luego me arrepentí, y que tampoco me atreví a preguntar ¿qué dijo? Sacando en limpio, lo que dice del servicio de Morris, sin que ninguno de los dos lo haya nombrado, es que una vez que vienen los extranjeros, contratan a productoras que incluyen ese servicio, lo que hace ProChile es facilitarles la nómina de productoras con experiencia en servicios audiovisuales.
También le pregunté a Tehani Steiger sobre este personaje, le pregunté si podría Rafael, en caso de que se creara la Comisión Fílmica, trabajar en ella dando el mismo servicio que da hoy, y claro, la respuesta fue no.
Lo que hace Rafael Morris en términos (i)legales todavía no lo tengo determinado, pues no es un delito tipificado, es corrupción, pero no estructural del Ministerio del Interior, pero pareciera, dice mi inexperto pero obsesivo consiglieri, que da para llamarlo aprovechamiento del cargo público para lucrar.
Me habría gustado sacar fotos de Morris en ese departamento en Tenderini, pintado azul, con una sala de espera que colgaban helechos y la exhibición de pósters que arriba describí, más uno de un concierto de Iron Maiden que Morris produjo hace años. Espero poder hacerlo si es que me recibe denuevo.

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